Pasar del control en tu compañía al más absoluto caos en cuestión de minutos es más fácil de lo que nos parece, especialmente frente a imprevistos climáticos u otras contingencias fuera de nuestro control.
Los directivos de Supply Chain, Seguridad y Operaciones nos comparten las medidas que están tomando, entre ellas, la aplicación de protocolos adaptados en función de la tipología del riesgo: climáticos, sanitarios o sociales. Además de la creación de sistemas de alerta escalonados según el nivel de necesidad.
Esta semana hemos celebrado una nueva edición del Innovation Lab: «Más allá de la crisis: Claves para una Logística conectada y resiliente», en el marco del GT4 de Logistop y dentro de nuestro ecosistema de innovación.
Una vez más, tuvimos la oportunidad de conocer experiencias reales y casos prácticos de profesionales del sector logístico que están transformando sus organizaciones para afrontar imprevistos, aprendiendo y evolucionando a partir de ellos. Gracias a la participación de entidades como Mercasa, la Fundación Valenciaport y el Instituto Tecnológico de la Energía, pudimos reflexionar en profundidad sobre la importancia de los planes de contingencia y la actualización constante de protocolos de emergencia, como pilares fundamentales para avanzar hacia una logística más conectada, ágil y resiliente.
Una de las principales lecciones que destacan los expertos para estar preparados ante situaciones de emergencia en logística es la importancia de reconocer y entender el perfil específico de nuestros riesgos. Así lo señalaba Vanessa Moreno, jefa de la Red de Mercas en Mercasa. El primer paso consiste en categorizar los riesgos según su origen, lo que permite diseñar planes de contingencia ajustados a cada escenario. No todos los imprevistos requieren la misma respuesta: por eso, es fundamental contar con un mapa de riesgos clasificado por tipología y niveles de gravedad, que sirva de guía para una reacción ágil y eficaz.
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Riesgos de origen social: incluyen situaciones como huelgas generales o paros laborales. Al tratarse de eventos que habitualmente se convocan con antelación, permiten cierto margen de maniobra para planificar su impacto en la producción, la definición de rutas logísticas o la reorganización de turnos y horarios.
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Riesgos de origen geopolítico: cada vez más frecuentes, impulsados por medidas como las políticas arancelarias de EE.UU., guerras comerciales o restricciones a la exportación. Estos riesgos pueden provocar incrementos en los precios de bienes esenciales como el aceite, el acero o el aluminio. Aunque suponen una amenaza, también abren la puerta a detectar nuevas necesidades estratégicas y oportunidades de diversificación o relocalización.
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Riesgos sanitarios: ampliamente reconocidos a raíz de la COVID-19, la gripe aviar o crisis alimentarias. En estos casos, es fundamental adaptarse con agilidad a los protocolos establecidos por las autoridades sanitarias, que varían en función de la actividad de cada empresa y su posición en la cadena de suministro.
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Riesgos climáticos: fenómenos naturales como la erupción del volcán en La Palma, el temporal Filomena o la DANA en Valencia ejemplifican estos eventos. Su carácter impredecible los convierte en algunos de los más complejos de gestionar, obligando a activar con rapidez planes de emergencia, rediseñar rutas logísticas o coordinar acciones de ayuda humanitaria.
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Riesgos tecnológicos: abarcan amenazas como ciberataques, fallos en sistemas informáticos, apagones eléctricos o pérdida de comunicaciones. Para mitigarlos, es clave aplicar políticas de prevención y protección, como las recogidas en el Esquema Nacional de Seguridad (ENS), y contar con planes de recuperación tecnológica ante incidencias críticas.
Entre todos estos riesgos, también es fundamental evaluar los mecanismos internos y las acciones a implementar según su nivel de relevancia, especialmente en lo que respecta a la seguridad del factor humano, el acceso seguro de trabajadores, proveedores, clientes y compradores, así como la garantía de repartos, entregas a tiempo y procesos críticos como la descarga de camiones.
Un aspecto clave a la hora de constituir el Comité de Crisis es el factor humano. Es importante definir protocolos diferenciados según el tipo de crisis, de modo que determinadas personas del equipo asuman responsabilidades concretas según su perfil y competencias. Como señalaba Vanessa Moreno, de Mercasa, el salario emocional es un elemento vital en la gestión de imprevistos, ya que influye directamente en la motivación, el compromiso y la capacidad de respuesta del equipo ante situaciones críticas.
Por último, todas las políticas, planes y protocolos deben ser documentados y actualizados periódicamente. Aunque en muchos casos reaccionamos por impulso, la mejora continua depende de nuestra capacidad para aprender de cada situación y dejar constancia de los procesos y decisiones tomadas, con el fin de optimizar la respuesta futura y construir una logística más resiliente.
En el ámbito de la seguridad y protección en grandes infraestructuras y centros logísticos como los puertos, Ángel Laguna, IT Project Manager de la Fundación Valenciaport, compartió datos muy reveladores: los puertos concentran el 53% del comercio exterior, lo que los convierte en puntos estratégicos especialmente vulnerables. Ante cualquier imprevisto, cuentan con protocolos de seguridad rigurosamente definidos para hacer frente a amenazas como el terrorismo, los ciberataques o sabotajes. Tal como explicaba Laguna, “históricamente, las amenazas se han abordado de forma aislada, pero hoy, con la hiperconectividad, todo está interrelacionado”. En este contexto, uno de los factores clave en la logística de emergencia es anticipar los efectos en cascada que pueden producirse entre sistemas o infraestructuras conectadas, ya que una alteración en uno de ellos puede desencadenar disrupciones en cadena a lo largo de toda la red logística.
Finalmente, Luis Enrique Ruíz, Técnico Investigador I+D del ITI, destacó el potencial de los gemelos digitales en la predicción y gestión de situaciones de emergencia. Explicó que estos modelos son una representación digital de una realidad física, lo que permite simular distintos escenarios, anticipar reacciones y evaluar posibles efectos adversos. Gracias al uso de gemelos digitales, es posible no solo prever incidentes, sino también optimizar procesos y sistemas, mejorando así la capacidad de respuesta ante cualquier contingencia.
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